Ya lo comentamos hace unos meses: el cometa ISON sería visible a simple vista a finales de noviembre, a pesar de que el punto de máximo acercamiento a la Tierra no se produciría hasta diciembre. Sin embargo un estallido de actividad ha adelantado ese momento y ya se puede observar gracias al aumento de su brillo.
Los cometas son cuerpos sólidos helados de pequeño tamaño que cambian según aumenta su temperatura al acercarse al Sol. Básicamente, al calentarse se evaporan (subliman) arrastrando consigo pequeños granos de polvo que, al quedar libres reflejan la luz y dan lugar a la coma (la mancha difusa central que envuelve al núcleo) y las típicas colas. Normalmente son muy estables en lo que a visibilidad se refiere, pero en ocasiones, como ha ocurrido en este caso,aumenta súbitamente su brillo hasta el punto de verse a simple vista antes de lo esperado.
Una posible explicación para el estallido reside en que el eje de rotación ha estado bastante alineado con la dirección Sol-cometa, de modo que solo un hemisferio del núcleo cometario ha recibido radiación y puede haber "hielos frescos" (en el otro hemisferio) que apenas hayan recibido luz solar hasta ahora. Conforme ISON se vaya acercando al sol irá cambiando también la posición del punto subsolar en el cometa y, por tanto, habrá partes antes en sombra que de repente reciban radiación y puedan sublimarse.
El Instituto de Astrofísica de Andalucía, perteneciente al CSIC, están participando en diversas campañas de observación preparadas para estudiar antes y después de su paso por el perihelio, el punto de máximo acercamiento al Sol. Este análisis les permitirá conocer sus características y su actividad antes de que alcance el punto de máximo acercamiento a nuestro planeta. Para observarlo los investigadores utilizan el radiotelescopio IRAM de 30 metros.
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